películas de terror
miércoles, 13 de febrero de 2019
películas de terror : películas de terror
películas de terror : películas de terror: El cine de terror es un género cinematográfico que se caracteriza por su voluntad de provocar en el espectador sensaciones de pavor, te...
películas de terror
El cine de terror es un género cinematográfico que se
caracteriza por su voluntad de provocar en el espectador sensaciones de
pavor, terror, miedo, disgusto,
repugnancia, horror,
incomodidad o preocupación. Sus argumentos frecuentemente desarrollan la súbita
intrusión en un ámbito de anormalidad de alguna fuerza, evento o personaje de
naturaleza maligna o celestial, a menudo de origen criminal o sobrenatural.
En los cines de terror es donde se produce una sensación de miedo o temor sobre
las distintas causas que genera un determinado personaje o actor profesional.
Características
El cine de terror toma elementos de fuentes de la
literatura, supersticiones y leyendas tradicionales, así como de temores y
pesadillas nacidos de contextos socioculturales mucho más actuales y precisos.
Por una parte, de la novela de terror, nacida en la segunda mitad del siglo
XVIII; por otra, de la tradición oral del cuento de miedo, ampliamente
desarrollada en las sociedades rurales de todas las culturas.
De aquí, en último término, surgirán los elementos y
personajes básicos utilizados en las películas de este género: los vampiros, el
hombre lobo, los monstruos, fantasmas, brujas,zombis, así como las desdichadas
réplicas humanas, al estilo de Frankenstein.
Otras señas de identidad del género son un uso muy
particular de la iluminación, que muchas veces tiende a inspirarse en la
pintura romántica alemana del siglo XIX, la cual se caracteriza por el recurso
frecuente al claroscuro, a los contrastes de colores y los tonos penumbrosos,
efectos muy apreciables en el cine expresionista de los primeros años (Murnau,
Fritz Lang).
Los espacios o escenarios más visitados serán la noche,
cementerios, la casa abandonada, el castillo, las ruinas, el laboratorio
lúgubre, el bosque o el erial sombrío, el jardín decadente, que han terminado
conformando un catálogo de "lugares" comunes.
Asimismo, nunca debe faltar una banda sonora densa y
sugerente (El resplandor, Psicosis, Tiburón...), junto a unos escalofriantes
efectos de sonido (El exorcista, Alien, Drácula de Bram Stoker de Coppola...),
efectos que en los últimos tiempos rayan más bien en lo ensordecedor (Soy
leyenda, de 2007).
El público se siente atraído hacia estos tipos de películas
novedosas e intensas que recibe, es decir, lo insólito-escabroso inscrito
momentáneamente en la rutina diaria.
Los efectos fisiológicos que experimenta el espectador
horrorizado en su butaca incluyen fuertes subidas de adrenalina, con dilatación
de pupilas, aceleramiento cardíaco y respiratorio, y sudor frío, todo lo cual
por lo común se cierra con un desahogo final, en el cual, de acuerdo con el remate
que haya tenido la historia, reinará el consuelo o el desconsuelo.
El motor sensacionalista en estas películas es, en muchos
casos, la exhibición de la crueldad, humana, bestial o sobrenatural, como
representación del Mal, en cualquiera de sus muchas variantes, y esto explica
que la gran competencia comercial en esta industria haya generado una escalada
indiscriminada de contenidos truculentos en el género a lo largo de los últimos
años.
Aparte del Mal y muy ligado a él, lo oculto o misterioso,
como es lógico, define también al cine de terror como género, y lo hace tanto
en el plano arquetípico como en su desarrollo escenográfico. Lo oculto sugerido
sirve tanto para referirse a la temática del cine de terror (lo oculto del
inconsciente criminal, lo oculto de los monstruos siempre escondidos en las
entrañas de la sociedad, lo oculto de nuestras tendencias y deseos más
inconfesables...), como a su caracterización y puesta en escena, a veces
tendente, como en el suspense, a escatimar información al atribulado personaje,
información ya conocida por el público, que, impotente en su butaca, espera
angustiado acontecimientos.
Otras veces se procede a la ocultación y sugerencia a través
de la exacerbación engañosa del decorado, de la manipulación de la fotografía,
del maquillaje, etc., o por medio de la más pura y simple privación de los
elementos implicados, como en la técnica del fuera de campo (la escena
terrorífica transcurre fuera del objetivo de la cámara, la cual se centra en
sus aledaños; el espectador únicamente "la escucha" o imagina); la
interposición del personaje entre la cámara y el elemento terrorífico.
El
motivo por el que vemos películas de terror
Sin embargo, la pasión por ver cine de terror puede ir
más allá del conocimiento de nuestros miedos y buscar algo más parecido
a un estímulo y una respuesta segura. Un estudio publicado en la revista ‘Journal
of Consumer Research’ (2007) halló que, aunque todos los participantes
calificaron sus niveles de miedo de forma similar a la finalización de los
vídeos de terror expuestos, aquellos que estaban acostumbrados a ver cine de
terror o que se consideraban amantes del cine de terror mostraron mucha
más felicidad tras verlos que aquellos que no solían ver ese tipo de
películas o que incluso rechazaban las películas de terror.
Clasificación
El cine de terror es un género rígidamente
codificado por la industria y que a su vez posee muchos subgéneros, cada uno
regido por sus reglas propias, y sometido a normas bien precisas que raramente
son intercambiables entre subgéneros.
De entre todas las variantes surgidas en la historia del
género, cabría entresacar una escueta clasificación con arreglo a la temática
general:
Las preguntas sobre el más allá y lo desconocido que han
generado toda la serie de zombis, momias, fantasmas, vampiros, extraterrestres,
etc.
El miedo a la tiranía cruel, escenificado, por ejemplo, a
través de la relación del Conde Drácula con sus súbditos y víctimas, o bien en
la potencia amenazadora de brujos malignos o monstruos, como es el caso de Fu
Manchú, King Kong y tantos otros.
Lo monstruoso en sí mismo, relacionado con lo anterior: la
aparición de la anormalidad que alarma y atemoriza; tiene su mejor ejemplo en
el viejo Frankenstein, y más modernamente, los Alien, Predator.
La pérdida de identidad y el miedo a la locura, visible en
filmes como La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), donde
unos seres ocupan los cuerpos suplantando la personalidad de sus víctimas; El
exorcista (William Friedkin, 1973), la posesión de la protagonista por el
demonio, o la transformación del Dr. Jekyll en el monstruo Mr. Hyde que anida
en su interior, en las muchas versiones cinematográficas que ha tenido esta
historia; también, Psicosis, de Alfred Hitchcock.
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